Ésta que ven aquí,
ésta es mi niña, la que tuve, la que amo,
y la que Quiero
volver a tener frente a mis ojos.
Quiero (y es mi profundo deseo)
que vuelva a relucir en su rostro una sonrisa…
limpia, confiada y entregada
al placer del verdadero regocijo:
el de SER.
Quiero limpiar el gris de sus ojos
y enderezar de a poco
la curvatura de su espalda…
(su carga… mi carga…)
lavar con mis ruegos la bruma de su espejo.
Quiero ver en su reflejo
los brillos de todos los que habemos:
la noche y su corte de estrellas,
la luna colgada en su cabello,
y el sol, astro del medio día
enclavado en su pecho.
Ésta es mi niña y a mi niña yo la Quiero
entera, plácida y distendida
por dentro y por encima.
Complacida del arte de sus manos.
dispuesta al valor de la entrega,
reconociendo su piel,
sus honduras, sus praderas.
Agua fresca de la vertiente
y cálida entre las tormentas.
Mi niña es ésta:
la que ve al frente y camina por donde quiera.
La que algún día tuvo esperanzas de primavera.
La de entonces…
la perdida, la con vuelta.
Ésta es mi niña de antaño… (la de siempre),
la escondida por la vida bajo capas de reserva.
Yo Quiero y Quiero y Quiero a mi niña,
la por nombre de Mariela,
la que perdí en una esquina
sin señales, sin alertas,
y por la que en este instante,
parte de mí yo le diera
por verla feliz como antes,
cuando era puramente ELLA.
Ésta es mi niña y yo Quiero
que a volver a serlo pueda.
*( La poeta y su musa inspiradora: su hija Mariela)